15 d’abr. 2011

oigo gente borracha cantar por el balcón

Borrachuzos de postal, profanos energúmenos, cantores autocomplacientes! Miraos, como os reís, como os regocijáis en vuestra desvergüenza de tres al cuarto, como desplegáis vuestra faceta más camaleónica con ese mágico brebaje que os eleva a dioses de vuestro metro cuadrado! Yo, malditos travestidos del alma, os pregunto: ¿Qué coño os creéis qué es el mundo? Tal vez transitéis por estos años convencidos de que el mundo es un entendimiento planetario, o un ente sociológico en el que, para colmo, sois fuente y depósito . Malditos! El mundo es aquello que percibís desde vuestra condición física, desde la posición espacial, desde la experiencia que os constata. El mundo está acotado, no hay mundo tras esa montaña que atisbas desde tu ventana, porque detrás de esa montaña no hay nada. Y si cierras la ventana, detrás de la ventana no hay nada. Y si corres la cortina, no hay ventana! Eres lo que ves, oyes, sientes, hueles y saboreas. Lo que te hace ser materia sensible es aquello que te rodea, y aquello es lo que sientes! Entonces, maldito ser pusilánime de corta zancada mental, te invito a que dejes de saltar y agitar los brazos, de arengar a tus congéneres con tus eventuales torpedos de ocurrencia bañados en saliva sobrante y pretensión coagulada, de bailar y de vocear cerca de la gente normal que, a tu parecer, te deben su lealtad, de aquél que, a tu poroso entender, esté lo convenientemente sobrio para percatarse de lo vacua y frustrante que resulta su existencia de ser sobrio y pensante y terrenal, y de desdoblar tus cánticos e ingeniosos comentarios que se visten de espontaneidad y que mueren con la luz del sol o, si esta no amedranta tu vanidad, de vuelta a la cruda percepción del mañana, aquella que hace de la inexorable e intrascdente rutina humana una máxima!! Porque el mundo es aquello que te rodea, y en ese axioma te eriges como un Dios universal y monocéntrico, y el cacareo de las gallinas autocomplacientes que tienes por consortes ponen sus huevos en tu mente turbia y te ciega, y bebes, y no piensas ni crees más allá de tu brebaje mágico, aferrado a tu mano como si fuera un corazón de repuesto, porque recurres tantas veces a él que es como un líquido que bombea en tu corazón y te riega el cerebro y sin él no te sabes, no te encuentras, no eres nadie... coño, deja de beber para sentirte arropado, y díselo a tu amigo, porque él tampoco se entera, y levántate un domingo pronto y leete un libro y haz una excursión y piensa un poco (sic) alcohol, alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos... y el resultado, es obvio