21 d’abr. 2010

Distancias

Éste relato apareció anteriormente en el blog, publicado por JR Santana, y éste es el enlace a la publicación original en la web del 4º Concurso de Relatos Cortos de TMB. Se ha trasladado para que aparezca más tarde que la Inauguración del blog.



Distancias

La magnánima Tokio, variopinta y ruidosa, refugio perfecto para el fugitivo emocional. Casi diez años hacía entonces que vivía allí, alejado de el mundo que conocía, intentando superar el ayer. Pero el pasado no desaparece a gusto. Menos uno como el mío. Y menos todavía uno con ella. Qué patética es la condición humana, cuán propensa al dolor. La causa y razón de mi huida resultaba ser el tormento de lo que me gustaba etiquetar como «una nueva vida». Aquella moderna tendencia de los inconformistas a buscarse a sí mismos más allá del horizonte se me presentó tentadora, quise contagiarme de aquella inhibición, pero yo no era como ellos. Yo no podía olvidar. Debía de ser inmune al remedio de la distancia, alérgico al recuerdo marchito... pues no dejaba de hallar su reflejo en las miradas, como la suya, vidriosas; su aura de misterio en las voces, como la suya, frías; su feminidad en los aromas, como el suyo, intensos.
Tenía que hacer algo, con
tinuar en aquel estado era enfermizo. A la sombra de los cerezos del Chidorigafuchi me decidí a escribirle una carta con papel reciclado, pensando que sería algo así como bohemio, y quizá más romántico que un frío e-mail. Nunca se me habían dado bien estas cosas:
«Siento no haberme atrevido a decírtelo, siento no haber sido capaz de recorrer las tres paradas de metro que separaban tu casa de la mía, siento haber huido como un cobarde, [...] y puede que esta carta llegue con años de retraso, [...] pero has de saber que te quise con locura. [...] Y aún hoy te anhelo».
Lo único que hoy recuerdo de los meses siguientes fue una ardua espera entre fideos instantáneos, sukiyaki y tempura. No había correo. No habría correo.
Una mañana lluviosa de verano, la esperanza renació, recibí carta. Suya. Temblando, me apresuré a abrirla, pero en su interior no había nada... Hurgué en el sobre... ¡Sí! Había... un... ¿ticket de metro? ¡Una T-10 a estrenar! Solo una T-10...
Minutos después le pedía al taxista que me llevara a Narita con lágrimas en los ojos y el corazón en la garganta.


3 comentaris:

  1. Éste fue el comentario aparecido en la antigua publicación por éste perfil de administrador:


    Perfecto JRS, iniciativa. En breve te comento el texto. Cuando tenga algo de tiempo lo haré, jurado.

    Estoy pensando en proponer un tema cada semana o así, como pretexto a postear una vez por semana y tener un estímulo distinto cada vez.

    A ver qué tal.

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  2. ¡Qué magnífica foto! Me ha encantado cómo lo complementa. ¡Vibrante!

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  3. No sabía si te gustaría... xDD Es lo que tiene googlear cualquier cosa, que hay fotos para todo...

    Saludetes!

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