28 de maig 2010

matasanos!

El octogenario Ramiro Soler maldecía continuamente a todo el que ejercía el oficio de la medicina. - ¡Son todos unos matasanos! ¡Qué no voy! ¡Si yo me encuentro perfectamente! - repetía incansable. Llegó al hospital y al apearse del ascensor de la tercera planta atisbó rapidamente el número de la consulta que la chica de recepción le indicó. El abuelo entró apresurado pero se le anquilosó el decrépito cuerpecillo al ver como dos hombres abrían en dos el tórax de un cadáver.

- Perdonen, me he equivocado y... - enmendó el anciano
- No, no señor Soler. Acomódese en la camilla contigua que ahora le toca a usted.

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